No
supe más de él, no vi la luz, me siento sucia. No estoy lista.
En
nuestra vida en común ha sido muy importante que yo estuviese preparada y
dispuesta, siempre que él me necesitara. Justo a tiempo. Pero también se
ocupaba de que yo fuese ni más ni menos lo que él esperaba de mí. Obsesiva y
deliciosamente.
En
eso, éramos el uno para el otro.
Pero
no puedo entender que, después de aquella tarde, me abandonara de esta manera
tan brutal y absoluta. Tanta oscuridad.
Extraño
el calor de sus manos y su respiración un tanto agitada en el momento de la
acción. Todo debía ocurrir como había sido planeado...pero... Ya se sabía que nuestros
encuentros eran para matar o morir. Yo lo escuchaba repetir esta frase cada vez
que me sacaba de acá, me hablaba en voz baja, me tocaba suavemente, me
preparaba como hiciera falta. Pero no, algo anduvo mal.
Y
quizás haya sido él quien murió por no poder matar la última vez, cuando se
distrajo acariciándome. Perdió de vista su objetivo en la mira y en vez de apretar el
gatillo me dijo, sos preciosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario