El Gordo de Navidad
Natalio, "el gordo", fue su amigo desde el secundario. Fumaban rubios con filtro abajo del ombú de la calle Arroyo, frente al colegio. Mientras esperaban para rendir las de diciembre, a la sombra, se les ocurrió comprar dos billetes para navidad en el mismo quiosco donde compraban los cigarrillos sueltos. Pocho, el dueño del boliche, les dijo...ustedes dos se van a terminar casando. Y ellos, para darle el gusto, se miraron a los ojos, se abrazaron haciendo pantomima de enamorados y se dieron el único beso de sus vidas delante de Pocho. Se fueron muertos de risa, corriendo a rendir mientras gritaban ¡ nos dimos un beso y nos vamos a casar ! Estos chicos, pensó Pocho, no saben lo que hacen. Terminaron el colegio, estudiaron cada uno su carrera en la universidad, tuvieron novios y novias, se casaron y tuvieron hijos, pero cada uno por su lado. Sin embargo, cada navidad, Natalio le mandaba un mensajito a Catalina que decía: "Cumpliendo con la promesa, compré los dos billetes de lotería en el quiosco de Pocho y vas a recibir el tuyo por correo". De modo que si ganaban, en eso consistía la promesa, se reunirían a brindar con sidra helada en el Petit Colón y bromeaban que sería en ese bar porque quedaba cerca del registro civil. Pasaron más de veinte años y jamás quiso la suerte que pudieran chocar las copas. Sin embargo, contó Pocho en el noticiero, sorpendido, es la primera vez que un comprador no pasa a cobrar los billetes premiados con el Gordo de Navidad. Los hombres, pensó Pocho, no saben lo que hacen.
En este blog escribo y muestro mis fotos. Agradezco a los fotógrafos y escritores que aceptan compartir este espacio. El uso del material aquí publicado podrá solicitarse por e-mail. Muchas gracias. camposuma@gmail.com
domingo, 22 de diciembre de 2013
domingo, 8 de diciembre de 2013
Nosotras, las palabras
A veces venimos desde el fondo
a veces desde los bordes,
pero venimos;
a decir, venimos y también
a no decir
pero queremos que nos usen
que nos desgranen, que nos separen
y que nos borren y
nos vuelvan a escribir.
Con una condición:
que sepan que estamos vivas
que no importa cuántos años tengamos
que la vida pasa, afortunadamente, inexorable;
que nos amen, que nos mimen
que nos acaricien y desnuden
en secreto y en público
que nos hagan el amor y queremos
tener sexo por placer
y para reproducirnos.
Las palabras queremos vivir
y de ustedes depende.
a veces desde los bordes,
pero venimos;
a decir, venimos y también
a no decir
pero queremos que nos usen
que nos desgranen, que nos separen
y que nos borren y
nos vuelvan a escribir.
Con una condición:
que sepan que estamos vivas
que no importa cuántos años tengamos
que la vida pasa, afortunadamente, inexorable;
que crecemos
que queremosque nos amen, que nos mimen
que nos acaricien y desnuden
en secreto y en público
que nos hagan el amor y queremos
tener sexo por placer
y para reproducirnos.
Las palabras queremos vivir
y de ustedes depende.
lunes, 14 de octubre de 2013
La feria del domingo
La feria del domingo
Los cincuenta pasos que separan una esquina de la otra, de la
cortada donde está la feria, contrapuntean con los cien latidos de su corazón
cuando va pensando en ella.
Cada domingo la recuerda mientras atraviesa los
puestos de artesanías. Le compraría la babucha violeta, la cartera roja, los
aros de caña, la camisola blanca, todo le compraría. Y si algún lector pudiese
creer que el amor no se compra, probablemente tenga razón. La ilusión de
disfrutar de su abrazo tiene forma de regalo, hoy y todos los domingos del mundo.
Por eso, cuando llueve, la extraña tanto.
martes, 24 de septiembre de 2013
La inundación
La inundación
Bajó los pies de la
cama buscando las pantuflas y hasta el tobillo le llegó el agua. Por un
instante creyó que podía estar soñando y las imágenes de años felices en la
casa de la isla le ocuparon la ilusión brevemente. Se puso los anteojos y miró
a su alrededor pero no vio otra cosa que el silencio y escuchó las lágrimas de
su hermanita menor que estaba en la cama de al lado. Por qué llorás, le
preguntó, al mismo tiempo que los brazos hacían de puente entre las mantas y
les sirvieron para acunarse como si hubiesen vuelto a recién nacer. Vení,
quedate conmigo y no llores más. Mi oso no sabe nadar, le contestó la más
chica, señalando al muñeco hundido debajo de la cómoda y secándose los ojos con
el revés de la manga...y yo tampoco.
lunes, 2 de septiembre de 2013
En la mira - "MAGNUM" . La foto que ilustra este texto pertenece a Pablo Moltedo. Gracias amigo por la inspiración.
No
supe más de él, no vi la luz, me siento sucia. No estoy lista.
En
nuestra vida en común ha sido muy importante que yo estuviese preparada y
dispuesta, siempre que él me necesitara. Justo a tiempo. Pero también se
ocupaba de que yo fuese ni más ni menos lo que él esperaba de mí. Obsesiva y
deliciosamente.
En
eso, éramos el uno para el otro.
Pero
no puedo entender que, después de aquella tarde, me abandonara de esta manera
tan brutal y absoluta. Tanta oscuridad.
Extraño
el calor de sus manos y su respiración un tanto agitada en el momento de la
acción. Todo debía ocurrir como había sido planeado...pero... Ya se sabía que nuestros
encuentros eran para matar o morir. Yo lo escuchaba repetir esta frase cada vez
que me sacaba de acá, me hablaba en voz baja, me tocaba suavemente, me
preparaba como hiciera falta. Pero no, algo anduvo mal.
Y
quizás haya sido él quien murió por no poder matar la última vez, cuando se
distrajo acariciándome. Perdió de vista su objetivo en la mira y en vez de apretar el
gatillo me dijo, sos preciosa.
sábado, 17 de agosto de 2013
En el borde
En el
borde
Se
sentó en el borde de la ventana, con las piernas colgando para afuera. Se olía
a pasto recién cortado. Cada vez que pasaba una lancha por el río levantaba una
ola que era más grande que todos sus recuerdos de la infancia. Hasta que algo helado
le mojó la cara y tuvo que entrar a secarse los ojos para no perderse un nuevo
atardecer.
viernes, 2 de agosto de 2013
Mandarinas
Mandarinas
Hay un
perfume que la vuelve niña: el de la mandarina. Lo que sabe es que lo soñó. Que
tenía un vestidito blanco con volados y que el aire se le colaba desde los
zoquetes hasta la punta de la nariz. Y que la sombra de los árboles, cuando se sentaba
en el umbral y escupía las semillas, le daba miedo. Era entonces cuando cerraba
los ojos y se refugiaba en aquel perfume, el de la mandarina, que todavía hoy
la acompaña. No sabe muy bien si cuando sueña o cuando tiene miedo.
lunes, 29 de julio de 2013
SOFIA - Las fotos que ilustran este texto pertenecen a Silvia Saavedra ¡ Gracias amiga por la inspiración !
Si me preguntás, no sé cómo llegué hasta
acá. Jamás me hubiese vestido de rojo. Sentada en este auto, a la sombra…sin
saber muy bien cómo fue, busco en la memoria, como en puertas que no conducen a ningún lugar y revuelvo una y otra vez la cartera. Inútilmente. No encuentro ningún dato que
me lleve hasta vos. Y de pronto siento que me vuelvo vieja buscando y
esperando. Ojalá no perdiera la sonrisa.
lunes, 15 de julio de 2013
Unplugged
UNPLUGGED
Una tarde pensó que tenía tantos contactos que
corría el riesgo de electrocutarse. Tiró la blackberry por el hueco del
ascensor desde el piso 25 a la planta baja. Abrió la laptop con una tijera y
cortó todo lo que pudo en su interior. Guardó en el bolso un block de hojas
blancas y un portaminas; salió a la calle, miró el cielo y empezó a caminar.
domingo, 14 de julio de 2013
El espejo
Corta de vista
CORTA DE VISTA
Soy injusta con ella. Con las demás tengo
una consideración que con ella no tengo. Sé en qué circunstancia me pueden
acompañar cada una "de las demás". Ella, en cambio, siempre puede. Y
aunque suene paradójico la trato como algunos humanos tratan a las personas que quieren querer. Se acuerdan de unas para
ir al cine, eligen a otras para salir a caminar, prefieren unas para ir a cenar,
a otras para conversar. Un arco iris que se tiene presente para las ocasiones
especiales. Pero hay algunas personas y bufandas que ofrecen de todo y, por eso
mismo, sabiendo que estarán allí hermosamente variadas y dispuestas, siempre a
mano, pero siempre, a veces no las tomamos en cuenta. Mi bufanda multicolor es
la que más me abriga. Es la que va con todo. Es la que alegra mi ojos, ahora mismo mientras me
sorprendo con los colores de sus flecos en este viaje en colectivo, con frío.
jueves, 20 de junio de 2013
Amor líquido
Amor Líquido (con permiso de Zygmunt Bauman)
Hola, tás?
Sí, decime
T tengo q contarrrrrrrr…
Ooops, contame!
No te imaginás lo que es este tipo. Es un dulce, se ríe todo el
tiempo conmigo. Sabés lo que más me gusta?
No, ni idea, qué?
Q siempre está ahí cuando lo necesito me comprende entiende exctmnte
lo q le digo Siempre tiene un gesto a mano para agregar Tiene una onda increíble,
parece como si me conociera de toda la
vida. Lo adoro, es un tesoro. MecompañamemimamefestejaloschistesymedaTOOOODOSlos
gustos.
NO LO PUEDO CREEEEEERRRRRR! Mucho
amor xaquí! jeje
Qué bueno lo que me contás,
te envidio! Y qué onda… morocho de ojos verdes???... me recontra muero de
envidia!!!
Ah jeje, ni idea…jeje…chateamos en el celu por Whatsapp…voy a tener
que pedirle que mande una foto. Besis, toy amil, chauchis, buen finde.
domingo, 9 de junio de 2013
Vacío
VACÍO
Justo cuando una mariposa, igual que en la leyenda oriental, se detuvo en la pared recordó que no fue un domingo ni fue junio, pero llovía como esa tarde en la que hubiese preferido olvidar. El ruido de los pasos sobre las baldosas mojadas del cementerio sigue presente en su mente como si hubiese sido ayer que enterraban a su padre. Hay un vacío en ese ruido que, paradójicamente, le llena la cabeza. Es probable que los recuerdos amargos estén llenos de vacíos; puede ser.
lunes, 27 de mayo de 2013
La feria
Los cincuenta pasos que separan una esquina
de la otra de la cortada donde está la feria contrapuntean con los cien latidos
de su corazón cuando va pensando en ella. Cada domingo la recuerda mientras
atraviesa los puestos de artesanías. Le compraría la babucha violeta, la
cartera roja, los aros de caña, la camisola blanca, todo le compraría. Y si
algún lector pudiese creer que el amor no se compra, probablemente tenga razón.
La ilusión de disfrutar de su amor tiene forma de regalo, hoy y todos los
domingos del mundo. Por eso cuando llueve la extraña tanto.
Amasando
Hace años, pensándose vieja, amaba la idea de sentarse a la
orilla del río. Esa idea se tornó melancólica. ¿Será melancólico el río? No
puede ser, siempre anda pasando el agua. Siempre cambia. Hoy amasa pan en la
cocina de la casa de campo, esa que también soñó en una noche de estrellas, con
galería y flores. Y se quedará para cuidar que su masa duplique su tamaño,
tibia, debajo de un repasador a cuadros.
La víspera
Sentada sobre una pila de libros, en el centro de
la habitación vacía, miraba las huellas de objetos cotidianos en la pintura
vieja de las paredes.
Prendió una vela apenas se cortó la luz, justo
hoy, pensó y las sombras se agrandaron tanto como sus recuerdos.
Su vecina, siempre puntual, había preparado lo
mismo de todos los domingos a la noche. Ella pensaba que una mujer que cocinaba
semejantes aromas no podía estar cenando sola e inmediatamente los golpecitos
en la puerta, del chico del delivery, la pusieron de mal humor.
Cubiertos plásticos y un plato de telgopor con
una milanesa tibia y puré sin nuez moscada no podían conformar a nadie. No pudo
terminar de comer.
Se levantó, fue hasta la cocina y abrió la
canilla para servirse una copa y se dio
cuenta de que no había embalado el filtro de agua. Pensó en su salud, encendió
un cigarrillo, se hizo sonar los dedos de las manos, se sintió sola otra vez
más y volvió a sentarse sobre los libros.
Repasó mentalmente la lista de cosas pendientes
para la mudanza de mañana. Tendría que olvidar lo innecesario.
Se sobresaltó con la luz que volvió de repente,
justo para iluminar la silueta de un fantasma. El de él. Casi nada.
La vida va
La vida va, en la ciudad, como iba aquella mañana la mujer del paraguas.
El sol pleno y el calor insoportable. Las calles estaban repletas de sudor y
musculosas; de anteojos negros y ojotas; de bermudas y botellitas de agua. Pero
la vida no sale a la calle sin prender la tele. Y sin recitar de memoria la
sensación térmica que no es la temperatura. Entonces, sin más, se calzó el
trajecito sastre que tan bien le combinaba con el color verde del paraguas. Y
así es como la vida va, en la ciudad, a contramano de cualquier sensación
propia caminando a punta de paraguas y taco aguja, rasgando las veredas. Y la realidad.
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