martes, 24 de septiembre de 2013

La inundación



La inundación

Bajó los pies de la cama buscando las pantuflas y hasta el tobillo le llegó el agua. Por un instante creyó que podía estar soñando y las imágenes de años felices en la casa de la isla le ocuparon la ilusión brevemente. Se puso los anteojos y miró a su alrededor pero no vio otra cosa que el silencio y escuchó las lágrimas de su hermanita menor que estaba en la cama de al lado. Por qué llorás, le preguntó, al mismo tiempo que los brazos hacían de puente entre las mantas y les sirvieron para acunarse como si hubiesen vuelto a recién nacer. Vení, quedate conmigo y no llores más. Mi oso no sabe nadar, le contestó la más chica, señalando al muñeco hundido debajo de la cómoda y secándose los ojos con el revés de la manga...y yo tampoco.

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